Xiuhtecuhtli, el dios del tiempo, es el tránsito de los astros por los tres mundos; el cielo, la tierra y el inframundo, y era representado por los antiguos mexicanos de diferentes maneras de acuerdo con la posición de un astro en una unidad de tiempo dada (un sol: un día, un año, una vida humana...). Así, Xiuhtecuhtli era llamado Milíntoc cuando representa a un astro del amanecer, como el Sol o Venus, o la luna que crece, significa el "revivido"y era visto como un niño pequeño, a veces un bebé, lo que lo asemeja a Hutzilopochtli, quien en varios códices es representado de la misma forma (e.g. códice boturini, tira de la peregrinación); También se le llamaba Ixcoxauhqui ("cara amarilla") cuando éste se encuentra en zenit, medio día y tomando la forma de un ardiente guerrero y confundiéndose con el disco solar mismo, con Tonatiuh; por otro lado, está Huehuetéotl, que es el sol que desciende al inframundo, con cualidades lunares y venusinas, huehuetéotl representa a todos los astros que descienden sobre la tierra y simbolicamente la fecundan. Es el sol en movimiento, pero no sólo el sol, es también venus en sus ciclos matutinos y vespertinos; y también es la luna y todos aquellos astros cuyos ciclos son mesurables y predecibles, es decir, Xiuhtecuhtli es, tal cual, el tiempo.
El Códice Florentino dice sobre él:
In xiuhtotoática mixtza
Tzacuíltica
In ayamictlán...
In Xiuhtecuhtli."
Traducción:
"Madre de los dioses, padre de los dioses,
Acostado en el ombligo del mundo (de la tierra)
En el interior de la pirámide de turquesa, agazapado.
En las nubes y en el agua azul, cual pájaro precioso.
Viejo dios...
Micltán brumoso...
Xiuhtecuhtli".
Xiuhtechtli vive acostado en el centro de la tierra y así es como se le representa en la tápa del códice Fejervary-Mayer, en el centro mismo de la tierra, justo en medio de los cuatro árboles cardinales que sostienen la bóveda celeste.
Xiuhtecuhtli es el ser en el centro, el indiferenciado, que es a la vez padre y madre de los dioses, el que lo abarca todo y gobierna sobre las cuatro direcciones de la tierra y sobre todo lo que es cuádruple, gobierna el mundo.
Xiuhtecuhtli es el ser en el centro, el indiferenciado, que es a la vez padre y madre de los dioses, el que lo abarca todo y gobierna sobre las cuatro direcciones de la tierra y sobre todo lo que es cuádruple, gobierna el mundo.
Pero además del mundo, Xiuhtecuhtli habita también en la pirámide azul turquesa que es el cielo, "entre las nubes y en el agua azul. Los mesoamericanos, al igual que los egipcios entendían la bóveda celeste con la forma de una pirámide, lisa en el caso egipcio y escalonada para mesoamérica (y dividida en trece estratos con el omeyocan en la cima). Esta forma de concebir el cielo parece ser una conclusión aparentemente lógica si se toma en cuenta que el recorrido del sol describe una pirámide al subir desde el oriente hasta el zenit y volver a bajar al poniente.
Finalmente, se menciona al brumoso Mictlán, la gélida región de los muertos por la que el sol, la luna y todos los astros transitan cuando no se ven en la bóveda celeste, el mictlán es un país debajo del mar al que se accede por ciertos puntos especiales del mundo, como las cuevas y los ojos de agua, así como los grandes remolinos.
Podemos resumir, muy a grandes razgos, que en lo iconográfico, Xiuhtecuhtli es el centro de los cuatro rumbos, y por lo tanto, la unión y sincretismo de todos ellos, y se le depicta en diferentes facetas y avatares de acuerdo al rumbo del universo al que se incline (un niño al amanecer- este, un guerrero a medio día - sur, un fogoso amante y progenitor al atardecer - oeste, y un anciano a media noche - norte). Xiuhtecuhtli representa el movimiento de los astros en el cielo (que es color de la turquesa, ó Xiuh, palabra que da nombre a este diós), que es en si el tiempo y esto nos permite ligarlo virtualmente a casi cualquier diós en el panteón prehispánico, pues la inmensa mayoría de los dioses antiguos hayaban la raíz de su significado o razón de exisencia en algún evento astronómico cíclico, predecible y mesurable.
Dicho todo esto, vale la pena ahondar más en un aspecto de Xiuhtecuhtli que resulta capital para entender a esta importantísima deidad, y me refiero a su aspecto como diós del fuego. Toda cultura en el planeta, toda civilización, virtualmente toda manifestación religiosa en el mundo tiene y ha tenido entre sus fenómenos naturales a adorar, un lugar especial para el fuego, y entre muchas culturas de Occidente y Oriente ocupó la posición principal del panteón, sin embargo, éste no fue el caso de Mesoamérica, en dónde el fuego, pese a ser una de las cuatro obras primeras del creador, junto con el agua, la tierra y el aire ( los cuatro espejos humeantes), al diós del fuego se le entendía como un gran diós del pasado, que había sido fuerte y glorioso en sus días, pero que tras morir, renació purificado revitalizado, pero en alguna forma disminuido. En Mesoamérica, el diós del fuego no era la fuerza dominante en el mundo, era la primera luz del mundo, que secó la tierra y la hizo habitable, sellando la bóveda celeste y emitiendo la primera luz. Es importante remarcar lo siguiente: en su calidad de ser en el centro de los cuatro rumbos, Xiuhtecuhtli puede ser equiparado con muchos dioses de todos los rumbos, pero en su calidad de diós del fuego, Xiuhtecuhtli representa, muy en particular, al planeta Venus, que por estar tan cercano a la tierra, tiene un tamaño mayor a cualquier otro cuerpo celeste, después de la luna y el sol, lo cual la hizo merecedora de su nombre en náhuatl, Huey Citlalin, o Gran estrella. Su historia es la historia de un antiguo diós guerrero, nacido del pecado y desterrado al nacer desde el plácido cielo y hacia la fría tierra, en donde se habría convtido en la primera luz para el mundo recién creado, y a quien el tiempo, así como su propia historia lo llevarían a volverse un temerario guerrero que en una mezcla muy interesante entre historia y mito, se cuenta que guió a su pueblo, los entonces incipientes y todavía nómadas pueblos de raza Tolteca, desde la legendaria y fabulosa Tollán, localizada en algún punto de Norteaméricaha, hasta las tierras centrales de México central. Eventualmente, su amor por una dama lo llevaría a suavizar sus ánimos guerreros, y por consecuencia, a morir a manos de sus enemigos,, sólo para renacer más tarde, por obra de su hijo, tras vengar su muerte. Renace por el este, rejuvenecido y revivificado, pero disminuído en brillo y en poder. Es el padre del sol, el astro de mayor brillo en la actualidad.
Entre las historias mayas, el padre de los gemelos heróicos (posteriores sol y luna de la nueva era) es de igual forma muerto y posteriormente revivido por sus hijos, tras la definitiva derrota inflingida por estos sobre los dioses del inframundo. Sin embargo al rvivir, el padre de los gemelos (equivalente a Venus) regresó al mundo sin la capacidad de nombrar a aquellos que lo crearon, sin poder hablar, cómo los animales... De igual manera que su contraparte mexicana, el Venus maya es visto como una especie de sol del pasado que luchó, murió, y renació revivificado, pero disminuido, muy en particular en contraste con su hijo, el sol.
La fiesta principal de Xiuhtecuhtli se celebraba hacia el final de la mitad lluviosa y femenina del año, en el mes de Izcalli, "la revivificación", situándose cómo la penúltima veintena de la estación lluviosa. En paralelo, Xiuhtecuhtli también era celebrado, aunque quizas más modestamente, en la segunda veintena de la estación lluviosa-femenina, Teotl Eco, o "el diós llega”; lo que crea un paralelismo intesante, teniendo este diós sus dos celebraciones principañes en el año justo una veintena después de iniciar la estación lluviosa, y una veintena antes del final de la misma estación, pues Venus aparece durante el año en dos momentos diferentes: justo después del atardecer (es decir, después del inicio de la estación lluviosa); y al final de la noche, un poco antes de amanecer, justo antes de que salga el sol (o en términos calendáricos, un poco antes de terminar la estacion lluviosa).
Xiuhtecuhtli es el patrón del día Itzcuintli (perro).
F!
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