Nació Cintéotl en Temohuaníchan. En dónde se yerguen las flores ¡flor!
La estructura calendárica detrás de las antuguas religiones mesoamericanas de la dualidad
jueves, 19 de mayo de 2011
viernes, 13 de mayo de 2011
1 - Tepeílhuitl: la fiesta de lo cerros
Justo el día de hoy, 1 - Tepeílhuitl, al igual que los cerros mismos (celebrados esta veintena), uno de mis tres cactus ha reverdecido. Sólo así, quien hasta ayer en la noche fuera amarillo, amaneció verde el día de hoy.
Después de tanta incertidumbre con estas plantas tan delicadas, me da gusto ver que finalmente están encontrando su balance. Igualmente, he aprendido a tratarlas mejor, y a ser más consicente de lo que necesitan, pero ha sido un asunto de ensayo y error que ha costado la vida de la mayoría de las semillas germinadas hasta ahora.
Primero aprendí, que las condiciones necesarias para que germine la semilla, es decir, calor excesivo, no circulación de aire, y humedad extema, no son las mismas que necesita el pequeño botón para desarrollrse correctamente. A partir de tan sólo unos cuantos días de vida, el hikuri recién nacido cambia sus necesidades dramáticamente. La humedad execisva puede podrir las diminutas raíces, el calor extremo lo mata, igual que el frío, o el sol directo, que antes de matar a los jóvenes cactus, los torna amarillos y luego naranjas - rojizos, los "quema". Y es precísamente eso lo que sucedió con dos de estos tres cactus míos, que en mi ignorante inocencia, los sobre expuse al sol... y mucho. He cuidado de ellos muy bien desde entonces y el día de hoy, el más pequeño de los "quemados", amaneció repuesto. El otro (el más grande de los tres, en tamaño), continúa siendo de un naranja preocupante, pero por lo demás parece sano, así que la súbita transcoloración de su más joven compañero, me hacen pensar que hace que las condiciones en las que los tengo son las correctas... Finalmente. Una vez más, el proceso ha sido estresante y algo sufrido. En su mejor momento, el tupper llegó a tener hasta once pequeos botones abiertos, y la decadencia de muchos de ellos, de hecho que de todos, salvo de los res que aún viven, ha sido mi culpa, en una suerte de iatrogenia, resultado directo de mi inexperiencia. Pero el experimento continúa, mientras uno sólo de los tres siga con vida, hay esperanza, y el reverdecer de este pequeño cacto me da esperanza, y perspectiva.
En cuanto al tercer botón, pese a noser el más grande en tamaño, sí es el más gande en edad, de hecho, es uno de los dos botones originales que encontré el día catorce Ochpaniztli, uno de los dos primeros botones que nacieron. Sin duda un ser muy fuerte para aguantar tantos errores de mi parte en este preoceso. Parece pequeño, pero es fuerte, y parece estar bien.
Después de tanta incertidumbre con estas plantas tan delicadas, me da gusto ver que finalmente están encontrando su balance. Igualmente, he aprendido a tratarlas mejor, y a ser más consicente de lo que necesitan, pero ha sido un asunto de ensayo y error que ha costado la vida de la mayoría de las semillas germinadas hasta ahora.
Primero aprendí, que las condiciones necesarias para que germine la semilla, es decir, calor excesivo, no circulación de aire, y humedad extema, no son las mismas que necesita el pequeño botón para desarrollrse correctamente. A partir de tan sólo unos cuantos días de vida, el hikuri recién nacido cambia sus necesidades dramáticamente. La humedad execisva puede podrir las diminutas raíces, el calor extremo lo mata, igual que el frío, o el sol directo, que antes de matar a los jóvenes cactus, los torna amarillos y luego naranjas - rojizos, los "quema". Y es precísamente eso lo que sucedió con dos de estos tres cactus míos, que en mi ignorante inocencia, los sobre expuse al sol... y mucho. He cuidado de ellos muy bien desde entonces y el día de hoy, el más pequeño de los "quemados", amaneció repuesto. El otro (el más grande de los tres, en tamaño), continúa siendo de un naranja preocupante, pero por lo demás parece sano, así que la súbita transcoloración de su más joven compañero, me hacen pensar que hace que las condiciones en las que los tengo son las correctas... Finalmente. Una vez más, el proceso ha sido estresante y algo sufrido. En su mejor momento, el tupper llegó a tener hasta once pequeos botones abiertos, y la decadencia de muchos de ellos, de hecho que de todos, salvo de los res que aún viven, ha sido mi culpa, en una suerte de iatrogenia, resultado directo de mi inexperiencia. Pero el experimento continúa, mientras uno sólo de los tres siga con vida, hay esperanza, y el reverdecer de este pequeño cacto me da esperanza, y perspectiva.
En cuanto al tercer botón, pese a noser el más grande en tamaño, sí es el más gande en edad, de hecho, es uno de los dos botones originales que encontré el día catorce Ochpaniztli, uno de los dos primeros botones que nacieron. Sin duda un ser muy fuerte para aguantar tantos errores de mi parte en este preoceso. Parece pequeño, pero es fuerte, y parece estar bien.
jueves, 5 de mayo de 2011
miércoles, 4 de mayo de 2011
sábado, 30 de abril de 2011
jueves, 28 de abril de 2011
6 - Téotl Eco: El diós llega
domingo, 24 de abril de 2011
sábado, 23 de abril de 2011
viernes, 22 de abril de 2011
domingo, 17 de abril de 2011
13 - Ochpaniztli
Tormenta
Ayer por la noche, cayó la primera tormenta seria desde que se sembraron las semillas. Hasta ahora las plantas gozaron de un par de lluvias de abril, ligeras y refrescantes, pero anoche, llovió muy en serio, la primera tormenta de este año. Algunas plantas lo tomaron muy bien, como el maiz, que parece fortalecido. Nuevos brotes han llegado, todo bien con esta planta.
Las pequeñas matas de Ololiuhqui, en cambio, están rotas y muy lastimadas, y habrá que esperar un par de días para ver si vivirán o no. No estoy realmente preocupado, son ahora muy jóvenes y proyectan fragilidad, pero son enredaderas, son plantas fuertes.
Las semillas de mescal no han germinado aún, y lo único que la lluvia ha hecho, es aumentar el nivel de humedad en el interior. Me preocupa, no estoy seguro de que tanta humedad sea conveniente para un cactus.
Tampoco el floripondio ha germinado aún.
F!
martes, 12 de abril de 2011
domingo, 10 de abril de 2011
jueves, 7 de abril de 2011
5 Ochpaniztli
Nada realmente que reportar, salvo que la humedad, el encierro, y el calor de abril han hecho un sauna de la bandeja de mescalitos. Es extraño que el inicio de la vida de un cactus de desierto de tal longevidad, y con tan poca necesidad de agua deba darse en condiciones casi selváticas. Un breve tiempo después de germinar las semillas, estas mismas condiciones que darán cabida a su nacimiento, le resultarían fatales.
Nada más ocurre por ahora.
F!
Cipactli
1.- Cipactli
(reptil, lagarto o pejelagarto)
Primer signo del Zodiaco. Saurio monstruoso que habitaba en completa soledad las aguas primordiales, una suerte de caos acuoso y eterno que parece haber sido lo único existente, previa la creación del paradisiaco jardín de Tamoanchán (Temohuaníchan), primera creación de Ometéotl, el "diós dos" (dualidad): única criatura existente. Tras decidir romper el el absoluto silencio, reposo y soledad en que existía, Ometéotl decide hacer espacio para crear el jardín del paraíso (Tamohuaníchan), donde vivirían sus creaciones posteriores: mayormente, los dioses.
Fuera de este jardín no había nada más que las aguas eternas y obscuras en las que el monstruo Cipactli nadaba. Nadie sabe de dónde surgió el mar primigenio, y su agua es la misma que hasta nuestros días corre por la tierra.
Cipactli, la criatura encarnada primordial, es un paso intermedio entre el pez y el reptil, con su infinidad de ojos y su infinidad de bocas emergiendo de cada una de las coyunturas de su cuerpo; sumergido en un caos primordial de agua, en donde todo lo que hoy conocemos coexistía revuelto e indiferenciado en los antañísimos tiempos antes de la creación del mundo.
Las aguas elementales en que el Cipactli nada, son la mezcla indiferenciada de las aguas celestes y las aguas marinas. En algún punto, Cipactli es muerto (o muerta) y mutilado (-a) por dos de los primeros cuatro dioses que el dios elemental creó; con la parte derecha de su cuerpo, el dios llamado "humo blanco del espejo", creó la bóveda celeste (las aguas del cielo se separan de las aguas marinas); el otro dios, el llamado "humo negro del espejo" usó la parte derecha de la (o el) bipartido (a) Cipactli, para crear lo que hoy conocemos como la tierra firme, flotando con sus cuatro rumbos sobre el mar elemental (es por eso que México, originalmente se llamaba "Anhuac", que significa "rodeado de agua por todos sus lados".
Luego, para crear la tierra firme, los cuatro dioses llamados Tezcatl Ipoca (El humo del espejo blanco, rojo, azul, y negro) levantarán la bóveda celeste para crear espacio seco entre ésta y el mar (as dos aguas), dónde pudiese florecer la vida como la conocemos hoy. Muchas cosmovisiones de la antigüedad, incluida la judeo-cristiana, colocan al cielo y al mar como una sola infinita masa de agua, antes de la creación del mundo. Un ejemplo es el génesis judío:
בראשית 1:7
וַיַּעַשׂ אֱלֹהִים אֶת־הָרָקִיעַ וַיַּבְדֵּל בֵּין הַמַּיִם אֲשֶׁר מִתַּחַת לָרָקִיעַ וּבֵין הַמַּיִם אֲשֶׁר מֵעַל לָרָקִיעַ וַיְהִי־כֵן׃
Génesis 1:7
E hizo Dios el firmamento, y apartó las aguas que estaban debajo del firmamento, de las aguas que estaban sobre el firmamento. Y fue así.
Similares ideas imperaban entre egipcios y sumerios con respecto a los inicios de los tiempos.
Previo a ser mutilado, el pejelagarto Cipactli vivía feliz fuera del paraíso, y los dioses, ciertamente, vivían muy contentos dentro de él; rodeados de lujos, riquezas y juegos. En el centro del paraíso había un "árbol florido" o Xochiquáhuitl, que representaba el acuerdo perfecto que los seres tenían con su creador. Al menos dentro del paraíso, pues fuera de él, nunca queda claro si el Cipactli mismo (que vive en el caos elemental) fue creado por Ometéotl, o no.
En el paraíso, nadie debía cortar las flores del árbol florido, esta parece ser la única restriccion que los dioses tenían en el hermoso jardín, lleno de abejas y colibríes. La única mujer que vivía en el paraíso estaba encargada del cuidado del árbol. Su nombre era Xochiquetzal.
Posteriormente, hubo un éxodo masivo de dioses desde el paraíso y hacia el caos, desterrados del cielo por el diós creador tras el complot perpetrado por los dioses para arrojar a un pedernal recién nacido hacia el frío caos, fuera del paraíso, pues representaba para ellos el fruto de un pecado imperdonable, cometido por Xochiquetzal, quen seducida por un atractivo extranjero que venía del este (del inicio, del caos), cortó una flor del árbol prohibido, y la indignación resultante, así como el debido castigo, no podían limitarse únicamente a la pecadora, debían también ser sufridos por la resulta de tan vergonzante transgresión, que en términos de la poética antigua y contemporánea de la lengua náhuatl, resulta ser una transgresión de tipo sexual, pues en náhuatl, el concepto de "cortar la flor", es usado figurativamente para expresar que una mujer ha perdido su virginidad. Y el resultado de dicha transgresión es el pobre Cintéotl Itztlacoliuhqui, la recién parida obsidiana retorcida, que nació envuelto en la blancura del algodón en bruto, que representa la suciedad que hereda de su padre, representando el impuro concepto mesoamericano del semen; en el cual también se encuentra envuelta su madre, Xochiquetzalli; quien después de pecar, cambia su atuendo florido de muchacha, por el rustico algodón sin hilar (blanco como el pecado, el semen, y la muerte), y también cambia su nombre por el de Tlazoltéotl (la diosa de la suciedad).
Además de estar envuelto en la suciedad de su padre, Cintéotl lleva también una sucia marca de pecado que hereda de su madre, la metzxayácatl, que significa máscara de luna, o máscara de muslo, que es una máscara hecha con el muslo de su madre, siendo el múslo femenino un símbolo de sexualidad. La palabra metztli, en náhuatl significa luna y también muslo, y Xochiquetzalli era ambas cosas, luna llena, y la sexualidad que el muslo representa, y su sucumbir ante la tentación, se vuelve una especie de pecado original que se transfiere a su hijo en la sucia forma de una máscara de penitencia, hecha de piel humana. Trás el pecado, el árbol florido se rompió, y tras parir a Cintéotl Itztlacoliuhqui, Ometéotl mismo desterró a la madre pecadora del paraíso, y fuera de él, conoció la pena, el dolor, y eventualmente la muerte.
Tras esta primera transgresión en el paraíso original, el resto de los dioses habitantes de Temohuaníchan (masculinos todos ellos), decidieron que el pedernal también debía irse, y sin permiso del diós creador, lo expulsaron del paraíso; cometiendo así, una segunda transgresión que suscitó la ira última de Ometéotl, quien terminó por expulsar a todos hacia el caos, y por auto exiliarse en las alturas más lejanas, en el treceavo nivel del cielo, llamado Omeyocan (Región de lo dual) para no volver a ser visto jamás por ser alguno; salvo una vez, cuatro eras más tarde, por el pobre y enfermo nanáhuatl, quien al convertirse en el quinto sol, fuera llevado por Ometéotl mismo hasta el trono celestial del Omeyocan, forrado de plumas de Flamingo (espátula rosada) para tatuar su rostro y darle sus bendiciones.
Al día Cipactli se le liga indiscutiblemente al indiferenciado anterior al principio de los tiempos. También al diós de la tierra en su su advocación de Tlaltecuhtli (también Tlaltéotl).
Este signo está asociado al este, por lo tanto al color ROJO.
Patrón: Tonacatecuhtli, el señor de nuestro mantenimiénto, o también, señor de nuestra carne, y es, sin duda, el diós más cercano a Ometéotl. Hombre y mujer al mismo tiempo, como lo muestra el pectoral en su pecho, que es pene y vagina a la par, Tonacatecuhtli es una versión no diferenciada de la pareja creadora. Si Ometéotl es el diós "dos", Tonanatecuhtli (O el diablo Tonacatecote, para los frailes coloniales) es sin duda el diós "uno", un auténtico diós solitario rodeado de nada. Los antiguos poetas Nahuas frecuentemente hacían referencia a él cómo Ipalnemohuani, o aquel por quien estamos vivos. Nezahualcóyotl dice de él:
" No en parte alguna puede estar
la casa del inventor de sí mismo.
Dios, el señor nuestro,
por todas partes es invocado,
por todas partes es también venerado.
Se busca su gloria, su fama en la tierra.
Él es quien inventa las cosas,
él es quien se inventa a sí mismo: dios.
Por todas partes es invocado,
por todas partes es también venerado.
Se busca su gloria, su fama en la tierra.
Nadie puede aquí,
nadie puede ser amigo
del dador de la vida:
sólo es invocado,
a su lado,
junto a él,
se puede vivir en la tierra.
El que lo encuentra,
tan sólo sabe bien ésto: él es invocado,
a su lado, junto a él,
se puede vivir en la tierra.
Nadie en verdad es tu amigo,
¡oh dador de la vida!
sólo como si entre las flores
buscáramos a alguien,
así te buscamos,
nosotros que vivimos en la tierra,
mientras estamos a tu lado.
Se hastiará tu corazón.
Sólo por poco tiempo
estaremos junto a ti y a tu lado.
Nos enloquece el dador de la vida,
nos embriaga aquí.
¿Nadie puede estar acaso a su lado,
tener éxito, reinar en la tierra?
Sólo tú alteras las cosas,
como lo sabe nuestro corazón:
¿nadie puede estar acaso a su lado,
tener éxito, reinar en la tierra?"
Después de lo escrito por Nezahualcoyotl en este misterioso poema ca 80 años antes de la conquista, la verdad es que queda muy poco que decir sobre Tonacatecuhtli, salvo quizá, que había dioses cercanos a él, es decir, que oarecen ser advocaciones suyas, aunque aparentemente menores en rango. De cualquier forma, los dioses a los que se le vincula son pocos y celestiales; astros, es decir, y por lo tanto, ígneos, como Tonatiuh, cuyo nombre juega con la partícula "tona", queriendo decir, nuesto sustento (lo que nos hace vivir), por un lado; y calor, por el otro, relacionado necesariamente con la vida, y de manera última, con el sol. Otro diós cercano a Tonacatecuhtli es Xiuhtecuhtli, en su versión joven y guerrera. Una última cosa que mencionar sobre él, es que no había propiamente ningún templo digno de atención en Tenochtitlán, o en ninguna otra ciudad mayor en el mundo prehispánico dedicado a este diós, el más importante de los dioses; y es algo que en verdad llama la atención.
F!
(reptil, lagarto o pejelagarto)
Primer signo del Zodiaco. Saurio monstruoso que habitaba en completa soledad las aguas primordiales, una suerte de caos acuoso y eterno que parece haber sido lo único existente, previa la creación del paradisiaco jardín de Tamoanchán (Temohuaníchan), primera creación de Ometéotl, el "diós dos" (dualidad): única criatura existente. Tras decidir romper el el absoluto silencio, reposo y soledad en que existía, Ometéotl decide hacer espacio para crear el jardín del paraíso (Tamohuaníchan), donde vivirían sus creaciones posteriores: mayormente, los dioses.
Fuera de este jardín no había nada más que las aguas eternas y obscuras en las que el monstruo Cipactli nadaba. Nadie sabe de dónde surgió el mar primigenio, y su agua es la misma que hasta nuestros días corre por la tierra.
Cipactli, la criatura encarnada primordial, es un paso intermedio entre el pez y el reptil, con su infinidad de ojos y su infinidad de bocas emergiendo de cada una de las coyunturas de su cuerpo; sumergido en un caos primordial de agua, en donde todo lo que hoy conocemos coexistía revuelto e indiferenciado en los antañísimos tiempos antes de la creación del mundo.
Las aguas elementales en que el Cipactli nada, son la mezcla indiferenciada de las aguas celestes y las aguas marinas. En algún punto, Cipactli es muerto (o muerta) y mutilado (-a) por dos de los primeros cuatro dioses que el dios elemental creó; con la parte derecha de su cuerpo, el dios llamado "humo blanco del espejo", creó la bóveda celeste (las aguas del cielo se separan de las aguas marinas); el otro dios, el llamado "humo negro del espejo" usó la parte derecha de la (o el) bipartido (a) Cipactli, para crear lo que hoy conocemos como la tierra firme, flotando con sus cuatro rumbos sobre el mar elemental (es por eso que México, originalmente se llamaba "Anhuac", que significa "rodeado de agua por todos sus lados".
Luego, para crear la tierra firme, los cuatro dioses llamados Tezcatl Ipoca (El humo del espejo blanco, rojo, azul, y negro) levantarán la bóveda celeste para crear espacio seco entre ésta y el mar (as dos aguas), dónde pudiese florecer la vida como la conocemos hoy. Muchas cosmovisiones de la antigüedad, incluida la judeo-cristiana, colocan al cielo y al mar como una sola infinita masa de agua, antes de la creación del mundo. Un ejemplo es el génesis judío:
בראשית 1:7
וַיַּעַשׂ אֱלֹהִים אֶת־הָרָקִיעַ וַיַּבְדֵּל בֵּין הַמַּיִם אֲשֶׁר מִתַּחַת לָרָקִיעַ וּבֵין הַמַּיִם אֲשֶׁר מֵעַל לָרָקִיעַ וַיְהִי־כֵן׃
Génesis 1:7
E hizo Dios el firmamento, y apartó las aguas que estaban debajo del firmamento, de las aguas que estaban sobre el firmamento. Y fue así.
Similares ideas imperaban entre egipcios y sumerios con respecto a los inicios de los tiempos.
Previo a ser mutilado, el pejelagarto Cipactli vivía feliz fuera del paraíso, y los dioses, ciertamente, vivían muy contentos dentro de él; rodeados de lujos, riquezas y juegos. En el centro del paraíso había un "árbol florido" o Xochiquáhuitl, que representaba el acuerdo perfecto que los seres tenían con su creador. Al menos dentro del paraíso, pues fuera de él, nunca queda claro si el Cipactli mismo (que vive en el caos elemental) fue creado por Ometéotl, o no.
En el paraíso, nadie debía cortar las flores del árbol florido, esta parece ser la única restriccion que los dioses tenían en el hermoso jardín, lleno de abejas y colibríes. La única mujer que vivía en el paraíso estaba encargada del cuidado del árbol. Su nombre era Xochiquetzal.
Posteriormente, hubo un éxodo masivo de dioses desde el paraíso y hacia el caos, desterrados del cielo por el diós creador tras el complot perpetrado por los dioses para arrojar a un pedernal recién nacido hacia el frío caos, fuera del paraíso, pues representaba para ellos el fruto de un pecado imperdonable, cometido por Xochiquetzal, quen seducida por un atractivo extranjero que venía del este (del inicio, del caos), cortó una flor del árbol prohibido, y la indignación resultante, así como el debido castigo, no podían limitarse únicamente a la pecadora, debían también ser sufridos por la resulta de tan vergonzante transgresión, que en términos de la poética antigua y contemporánea de la lengua náhuatl, resulta ser una transgresión de tipo sexual, pues en náhuatl, el concepto de "cortar la flor", es usado figurativamente para expresar que una mujer ha perdido su virginidad. Y el resultado de dicha transgresión es el pobre Cintéotl Itztlacoliuhqui, la recién parida obsidiana retorcida, que nació envuelto en la blancura del algodón en bruto, que representa la suciedad que hereda de su padre, representando el impuro concepto mesoamericano del semen; en el cual también se encuentra envuelta su madre, Xochiquetzalli; quien después de pecar, cambia su atuendo florido de muchacha, por el rustico algodón sin hilar (blanco como el pecado, el semen, y la muerte), y también cambia su nombre por el de Tlazoltéotl (la diosa de la suciedad).
Además de estar envuelto en la suciedad de su padre, Cintéotl lleva también una sucia marca de pecado que hereda de su madre, la metzxayácatl, que significa máscara de luna, o máscara de muslo, que es una máscara hecha con el muslo de su madre, siendo el múslo femenino un símbolo de sexualidad. La palabra metztli, en náhuatl significa luna y también muslo, y Xochiquetzalli era ambas cosas, luna llena, y la sexualidad que el muslo representa, y su sucumbir ante la tentación, se vuelve una especie de pecado original que se transfiere a su hijo en la sucia forma de una máscara de penitencia, hecha de piel humana. Trás el pecado, el árbol florido se rompió, y tras parir a Cintéotl Itztlacoliuhqui, Ometéotl mismo desterró a la madre pecadora del paraíso, y fuera de él, conoció la pena, el dolor, y eventualmente la muerte.
Tras esta primera transgresión en el paraíso original, el resto de los dioses habitantes de Temohuaníchan (masculinos todos ellos), decidieron que el pedernal también debía irse, y sin permiso del diós creador, lo expulsaron del paraíso; cometiendo así, una segunda transgresión que suscitó la ira última de Ometéotl, quien terminó por expulsar a todos hacia el caos, y por auto exiliarse en las alturas más lejanas, en el treceavo nivel del cielo, llamado Omeyocan (Región de lo dual) para no volver a ser visto jamás por ser alguno; salvo una vez, cuatro eras más tarde, por el pobre y enfermo nanáhuatl, quien al convertirse en el quinto sol, fuera llevado por Ometéotl mismo hasta el trono celestial del Omeyocan, forrado de plumas de Flamingo (espátula rosada) para tatuar su rostro y darle sus bendiciones.
Al día Cipactli se le liga indiscutiblemente al indiferenciado anterior al principio de los tiempos. También al diós de la tierra en su su advocación de Tlaltecuhtli (también Tlaltéotl).
Este signo está asociado al este, por lo tanto al color ROJO.
Patrón: Tonacatecuhtli, el señor de nuestro mantenimiénto, o también, señor de nuestra carne, y es, sin duda, el diós más cercano a Ometéotl. Hombre y mujer al mismo tiempo, como lo muestra el pectoral en su pecho, que es pene y vagina a la par, Tonacatecuhtli es una versión no diferenciada de la pareja creadora. Si Ometéotl es el diós "dos", Tonanatecuhtli (O el diablo Tonacatecote, para los frailes coloniales) es sin duda el diós "uno", un auténtico diós solitario rodeado de nada. Los antiguos poetas Nahuas frecuentemente hacían referencia a él cómo Ipalnemohuani, o aquel por quien estamos vivos. Nezahualcóyotl dice de él:
" No en parte alguna puede estar
la casa del inventor de sí mismo.
Dios, el señor nuestro,
por todas partes es invocado,
por todas partes es también venerado.
Se busca su gloria, su fama en la tierra.
Él es quien inventa las cosas,
él es quien se inventa a sí mismo: dios.
Por todas partes es invocado,
por todas partes es también venerado.
Se busca su gloria, su fama en la tierra.
Nadie puede aquí,
nadie puede ser amigo
del dador de la vida:
sólo es invocado,
a su lado,
junto a él,
se puede vivir en la tierra.
El que lo encuentra,
tan sólo sabe bien ésto: él es invocado,
a su lado, junto a él,
se puede vivir en la tierra.
Nadie en verdad es tu amigo,
¡oh dador de la vida!
sólo como si entre las flores
buscáramos a alguien,
así te buscamos,
nosotros que vivimos en la tierra,
mientras estamos a tu lado.
Se hastiará tu corazón.
Sólo por poco tiempo
estaremos junto a ti y a tu lado.
Nos enloquece el dador de la vida,
nos embriaga aquí.
¿Nadie puede estar acaso a su lado,
tener éxito, reinar en la tierra?
Sólo tú alteras las cosas,
como lo sabe nuestro corazón:
¿nadie puede estar acaso a su lado,
tener éxito, reinar en la tierra?"
Después de lo escrito por Nezahualcoyotl en este misterioso poema ca 80 años antes de la conquista, la verdad es que queda muy poco que decir sobre Tonacatecuhtli, salvo quizá, que había dioses cercanos a él, es decir, que oarecen ser advocaciones suyas, aunque aparentemente menores en rango. De cualquier forma, los dioses a los que se le vincula son pocos y celestiales; astros, es decir, y por lo tanto, ígneos, como Tonatiuh, cuyo nombre juega con la partícula "tona", queriendo decir, nuesto sustento (lo que nos hace vivir), por un lado; y calor, por el otro, relacionado necesariamente con la vida, y de manera última, con el sol. Otro diós cercano a Tonacatecuhtli es Xiuhtecuhtli, en su versión joven y guerrera. Una última cosa que mencionar sobre él, es que no había propiamente ningún templo digno de atención en Tenochtitlán, o en ninguna otra ciudad mayor en el mundo prehispánico dedicado a este diós, el más importante de los dioses; y es algo que en verdad llama la atención.
F!
domingo, 3 de abril de 2011
1 - Ochpaniztli: la siembra
Uno ochpaniztli es el día en que la semilla de maíz entrará en la tierra.en el plano simbólico, representa al recién parido Cintéotl, siendo expulsado del paraíso por el resto de sus habitantes en un acto moral de repudio contra el vergonzante pecado que diera cabida a su nacimiento. Producto directo del pecado, Cintéotl es arrojado al inframundo con su madre que come mierda, quien había sido desterrada con anterioridad
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