domingo, 12 de septiembre de 2010

Mesoamérica

El término Mesoamérica se refiere a la región geográfica y cultural comprendida entre los paises de la América Central y las partes centro y sur de la república mexicana.

Las culturas que florecieron en Mesoamérica antes la llegada del hombre europeo se desarollaron en total aisamiento de las demás civilizaciones en el planeta, permitiéndoles construir una civilización única, sin influencia de ninguna otra, siendo considerada, junto con el valle del Cáucaso, el delta del Nilo, la región Andina, la media luna fértil y la rivera del río amarillo; como una de las seis civilizaciones originarias del planeta, es decir, uno de los seis lugares en el mundo en donde se dió el tremendo salto desde lo que hoy entendemos como animal hasta lo que hoy entendemos como hombre.

Como civilización, el mundo mesoamericano terminó con la llegada del hombre europeo a tierras americanas, pero la cosmovisión de esos hombres continúa viva en hombres actuales que la llevan tal y como la llevasen sus ancestros (que también son los nuestros) muchas generaciones atrás, y el fulgor de dicha cosmovisión, es un verdadero pilar vivo de nuestra idiosincrasia nacional que toca y afecta culturalmente a todos aquellos que pertenecemos culturalmente a esta región. Afecta nuestra forma de ser, de actuar, de hablar y de entender el mundo. Sus raíces son también las nuestras y cómo tales, nos nutren y nos tocan de maneras profundas y significativas.


Dos pilares de la cosmovisión antigua




Entre los mayores logros culturales mesoamericanos se encuentran, sin duda, la "domesticación" del maíz, y la creación de sofisticadas herramientas y sistemas de medición del tiempo. El primero permitió a las culturas primigenias mesoamericanas de los inicios tener un sustento regular y seguro, y así, abandonar el antiguo estilo de vida salvaje y pobre que supone la vida nómada. El maíz permitió al hombre volverse sedentario y opulente, lo que eventualmente lo llevaría a alcanzar un estilo de vida "civilizado", diferenciándolo decisivamente del mundo animal. Quizas sea precísamente por eso que entre los antiguos, el diós del maíz (Cintéotl, para los nahua-parlantes) era también el diós de la humanidad, el primer hombre, la primera luz en el mundo, la luz de la civilización en un mundo lleno de obscuridad y salvajismo. El concepto que resulta de la contraposición entre salvaje y civilizado (chichimeca -tolteca), será un concepto de impotancia enorme que se arraigó profundo en el alma del México prehispánico.

En cuanto a los calendarios, estos constituyeron un fuerte elemento de cohesión entre las diferentes culturas mesoamericanas, pues aunque variaban considerablemente en nombres e iconografía a través de la región entera, la verdad del asunto es que los elementos y conceptos centrales en todos los calendarios mesoamericanos son, básicamente, los mismos. Más allá de la simple cuenta y cómputo de los días y años, el calendario en el México antiguo constituyó la fuente de TODA inspiración artística, científica, arquitectónica y religiosa; habiendo muy pocos espacios en la vida pública o privada que quedaran fuera de alguna de sus áreas de influencia. Todo diós era la representación de un astro peregrino en su viaje por cualquiera de los tres mundos, celeste, terrestre, o subterráneo; todo edificio, toda plaza, todo templo, todo patio, una representación del cosmos mismo; el nacimiento, consolidación, decadencia, y caída de un imperio, eran frecuentemente asimilados a conceptos temporales como el amanecer, el medio día, el atardecer y la media noche; de igual forma la vida de un hombre, o un ciclo cualquiera. El calendario estaba presente en toda actividad humana desde el momento mismo del nacimiento. Además, el calendario era el mismo para todos, al igual que los dioses y los rituales que de él se desprendían. En este sentido, pese a la aparente complejidad multicolor en el mosaico de los diferentes pueblos que conformaron el méxico prehispánico, hay dos calendarios esenciales para todos. Sin duda no son los únicos que hubo, pero sí los más populares entre los pueblos de mesoamérica: el tonalpohualli y el tonalámatl (náhuatl).

Este blog pretende combinar los dos principales elementos culturales mesoamericanos (maíz, calendarios), y documentar la antigua manera de medir el año. Para eso, me serviré del tonal pohualli, calendario de 360 + 5 días, usado en todos los estratos y posiciones de las sociedades antiguas, y del ciclo tradicional de la siembra del maíz en México. El propósito es documentar la profunda y compleja relación que existe entre ambos, y los ciclos descritos por los astros en el cielo.



Mi fuente de información primaria para este trabajo, son los códices mismos, dando más valor a aquellos de manufactura prehispánica, que a los coloniales. Para determinar la posición de inicio del tonalpohualli con respecto al año trópico (el año natural), me baso en la teoría propuesta por Michel Graulich, investigador y catedrático de la Universite libre de Bruxelles, la cual explicaré más a detalle en posts por venir, pero que en términos generales, sitúa el inicio del año ritual a una semana y cinco días nefastos después del equinoccio de primavera, y propone un desplazamiento del calendario a través de los años a partir de una fecha inicial que curiosamente coincide con el fin del periodo clásico mexicano, marcado por la misteriosa auto-inmolación de las ciudades mayas, zapotecas y toltecas más importantes de dicho periodo, y el posterior advenimiento de épocas más obscuras en que se pierde la escritura y mucha civilización. El final del clásico marca el inicio de la era chichimeca. Graulich ubica esta fecha en alrrededor de 680 - 684 dc., y a partir de esta fecha, el calendario comienza a desfasarse del año trópico, a razón de un día cada cuatro años, y esto fue así, debido a que los antiguos no contemplaban un año bisiesto como lo hacían los europeos para corregir cada cuatro años el sobrante 1/4 de día que queda suelto cada año que pasa, pues el año trópico dura en realidad 365 días + 1/4 de día. Pese a que los prehispánicos conocían la duración trópica real del año, permitieron desplazar su calendario ritual en el tiempo , diferenciándolo del trópico a razón de un día cada cuatro años, para no comprometer ciclos más grandes con los que su calendario estaba ligado, como el ciclo del tonalámatl, el calandario mágico, con el que se empataba cada 52 años; así como con el ciclo de venus, con el que ambos calendarios se empataban cada 104 años (es decir, cada dos ciclos de 52 años). una corrección bisiesta habría destruido tal construcción temporal, que era una suerte de arquitectura divina, dictada por los astros, el maíz, y por la naturaleza misma en todos sus ciclos. Una construcción divina que trascendía lo temporal para "espejearse" con lo espacial, tal como sus pirámides, templos, y todo sobre el tlalticpac mismo, con sus cuatro rumbos, nos lo hacen ver; el cosmos.. la arquitectura misma del universo, en la que todo rito y todo mito estaba basado.


Finalmente, debo mencionar que este proyecto también se nutre en los abundantes textos coloniales escritos por hombres que intentaron documentar las creencias, usos, y costumbres de culturas que ellos mismos estaban por destruir. La mayor parte de estos hombres fueron religiosos de la iglesia católica, y como tales, su visión denota evidentes límites y sezgos. Todo aquel que intenta documentar "algo" con la idea firme en la mente y el corazón de que ese "algo" debe ser destruido, no pude ser un observador objetivo, por lo que dichos textos serán siempre considerados, pero no sin una cierta dosis de desconfianza por parte mía.

En fin, disfruten

F!